quarta-feira, 29 de julho de 2020

HOMENAJES NUMISMÁTICOS: ROMA


No sé si estaré en lo cierto, pero me da la impresión que, entre todos los homenajes que las distintas monedas y billetes pueden ofrecer, no es fácil encontrar el dinero de épocas pasadas. Por este motivo, y por la acuciante necesidad de encontrar curiosidades nuevas después de casi ocho años escribiendo, me he propuesto buscar monedas y billetes de diferentes países que dediquen su espacio a aquellas formas de dinero emblemáticas que de alguna manera permanezcan en su imaginario colectivo y hayan contribuido a definir su sociedad, su historia y su cultura. No es fácil, como digo, pero para nada imposible. Hoy me complace comenzar con uno de los mayores productores de moneda de la historia, para deleite de modernos coleccionistas: el Imperio Romano.
Reconstrucción del templo de Juno Moneta
(fuente: wikipedia)


A lo largo de su dilatada historia, los romanos acuñaron los reversos de sus monedas con diferentes alegorías de Moneta, representada como una mujer estante, sujetando una balanza con una mano y una cornucopia o cuerno de la abundancia con la otra. Otras veces, aparece representada por tres mujeres (oro, plata y aes) en posición similar, con un pequeño montón de monedas a sus pies. El mismo término moneda, etimológicamente, va estrechamente asociado a una mujer. Como seguro habréis oído más de una vez, proviene del templo de Juno Moneta, situado en la cumbre norte del capitolio al lado de la ceca de Roma, lugar en el que en la actualidad se alza la basílica de Santa María en Aracoeli. Juno era considerada, entre otros atributos, como reina del cielo (Iuno Regina), diosa de la luz y protectora del matrimonio, el embarazo y el parto. El atributo "moneta" no tiene que ver con el dinero sino con "admonere", es decir, amonestar o avisar. Se le consideraba así como "Juno la amonestadora o avisadora", en el sentido de que se le creía capaz de advertir de los peligros que podían cernirse sobre la ciudad. Con el tiempo, el término moneta se comenzó a utilizar para referirse a la ceca situada cerca del templo, y posteriormente  al dinero emitido en ella.

La alegoría que tengo el placer de mostrar hoy es seguramente de las últimas dedicadas a la Moneta que aparecieron en una moneda romana. La llamada "crisis del siglo III" durante la cual los golpes de estado se sucedían, las fronteras sufrían constantes amenazas y las finanzas se sumían en una ruina continua llegó a su fin con el acceso de Diocleciano al poder en 284. Este emperador llevó a cabo una serie de reformas encaminadas a revitalizar las anquilosadas estructuras de estado de un imperio cada vez más preocupado por su propia continuidad. Dentro de estas reformas, la monetaria tuvo una especial relevancia, ya que la progresiva devaluación del antoniniano durante las décadas anteriores había resultado en una total pérdida de confianza de la población romana en su moneda, con desastrosas consecuencias económicas y sociales. 

Anverso de follis de finales del siglo III: IMP C MAXIMIANVS PF AVG

De esta manera, se aumentó el peso del aúreo (unidad de oro) hasta recuperar su peso anterior a la crisis y se recuperaron las emisiones de plata mediante la introducción del argenteo, muy similar en peso y pureza a los denarios del siglo I. Además, se relanzó la producción de grandes bronces (a la manera de los antiguos sestercios y ases) a través del follis o nummus de vellón de alrededor de 10 grs. de peso y 5 % de contenido en plata. Pese a las discrepancias que existen hoy en día, la nueva tabla de equivalencias podría detallarse de la siguiente forma:

1 aureo de oro = 24 argenteos de plata
1 argenteo de plata = 5 follis de vellón
1 follis de vellón = 2,5 antoninianos de cobre
1 antoniniano de cobre = 2 denarii communes

Un rasgo estético de las monedas que comenzaron a circular a finales del siglo III y a principios del IV es el de una mayor esquematización  en los retratos, que ya no representan fielmente los rasgos de los emperadores, así como una menor variedad en los reversos. Es posible que los nuevos mandatarios prefirieran centrarse más es los aspectos prácticos que en los meramente estéticos, pero lo cierto es que la alegoría de la moneda siguió apareciendo en los reversos, lo que demuestra la importancia que Diocleciano dio a su reforma monetaria. Además, en términos estrictamente propagandísticos, suponía un respaldo a la lucha contra las falsificaciones que habían proliferado durante el siglo anterior.
Reverso del follis, con la alegoría de Moneta: SACRA MONET AVGG
ET CAESS NOSTR

El follis de las fotografías no corresponde a Diocleciano sino a Maximiano, su co-emperador dentro del sistema de Tetrarquía ideado para agilizar la gestión administrativa y militar del imperio y asegurar una sucesión ordenada a la muerte o renuncia de los emperadores. Se acuñó en la ceca de Ticinum, la actual Pavía al norte de Italia. El reverso muestra a la Moneta con balanza y cornucopia rodeada de la leyenda SACRA MONET AVGG ET CAESS NOSTR, que se traduciría como "Sagrada Moneda de Nuestros Augustos y Nuestros  Césares".

Pese a los indudables efectos positivos que estas reformas tuvieron sobre el circulante, los nuevos emperadores no consiguieron a la larga su objetivo, ya que en pocos años la inflación se volvió a disparar afectando de forma especial al follis, que progresivamente perdería peso  y dimensiones hasta quedar en aproximadamente un tercio de la emisión original en época de Constantino (306-337). De hecho, todos los intentos por revitalizar la moneda de bronce durante el siglo IV acabaron con idéntico resultado. Aun así, la Moneta representada en el follis de hoy nos da una idea acerca de la importancia que Roma daba a su moneda, no solo en términos económicos  sino también políticos y sociales.

Referencias: 
Roman Coins and Their Values Volume III The Third Century Crisis and Recovery AD 235-285, by David R. Sear, 2005 Spink & Son Ltd. 
Early World Coins & Early Weight Standards, by Robert Tye, published by Early World Coins, York 2009
Gutiérrez Casaos, E. La Moneda del Bajo Imperio Romano (desde la reforma de Diocleciano). José A. Herrero S.A., Madrid 2008

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